martes, 14 de julio de 2009

DESDE EL PELOTON: DOS SALVADOREÑOS EN EL TOUR DE FRANCIA

¿A donde queda Villard-de-Lans?... Pregunte con mi pobre francés a un gendarme de la policía, quien custodiaba la empinada carretera hacia la cumbre final de la etapa 15 del tour de Francia 2004, Le grand Boucle llegaba a los alrededores de la ciudad de Grenoble la capital de los alpes, lugar a donde residía.

Acompañado de Álvaro Barraza, emprendimos desorientados el camino hacia la mítica cumbre. Al llegar hasta donde el tráfico vehicular nos lo permitió, ataviados como ciclistas montamos nuestras bicicletas y nos unimos a millares de ciclistas que viajaban en busca de un lugar para ver de cerca de las grandes luminarias del ciclismo mundial.

A cinco kilómetros de la meta encontramos un sitio ya anegado por los aficionados de toda Europa, pacientemente esperamos la llegada de la carrera. Gritos de diferentes idiomas, banderas de todas la nacionalidades, chicas bellas, atuendos y souvenir del tour por doquier, sin sentirlo ya vivíamos la fiesta del Tour.

De pronto se escucho un gran grito, era como si la selecta había anotado un gol a México, los alaridos nos alertaron que el pelotón de escapados se acercaba por los escarpados filos de los alpes. Un monótono y sonoro sonido proveniente del típico Helicóptero de la televisión francesa nos invadió hasta la medula, el tour se acercaba: De pronto, los carros y motos de la prensa especializada pasaban como anticipo al gran espectáculo.

El ambiente se fue caldeando, en segundos lo corredores estarían al alcance de nuestros ojos que buscaban en todo momento no perder detalle alguno. Álvaro Barraza cámara de video en manos capturaba los momentos mas importantes de las etapa.

Los gritos subieron de tono, el pelotón se acercaba, pero mas tardamos en esperar, cuando la docena de escapados surcaron velozmente la zona desde donde apreciamos el viril paso de los corredores. Emocionados pero no satisfechos, decidimos buscar la mera de llegada.

“yo quiero ver el delfín que cuelgan en la meta de llegada”, me externo Álvaro el Tiburón de tiburones, “vamos pues”, le dije. y Emprendimos caminos hacia la meta, pero la única vía para hacerlo era por la ruta oficial que los ciclistas estaban recorriendo.

Sin saberlo burlamos los controles de la policía y bajamos una pequeña pendiente con una pronunciada curva hacia la derecha. De pronto millares de aficionados apostados ha ambos lados de la carretera comenzaron a aplaudirnos y gritarnos ¡HALLEZ!, TEKLEE... UP…UP… etc., términos coloquiales propios del ciclismo. Afligidos por la inmerecida y tremenda ovación, Álvaro me pregunto, ¿Qué hacemos?, a lo que le conteste. ¡No paremos… si no nos matan!.

Muchos de los confundidos aficionados al darse cuenta que no éramos corredores del tour, nos gritaban improperios y burlas. Al llegar al letrero de 2 kilómetros a meta, un gigantesco policía francés, nos mando señal de alto, y nos saco de un "brinco" de la carrera. Hasta allí llegamos. Por un momento vivímos lo que siente los ciclistas. De regreso a casa entre risas y bromas, llegamos a la conclusión que dos salvadoreños habían corrido el Tour de Francia, aunque sea por cinco minutos.

No hay comentarios: